martes, 26 de noviembre de 2013

Capítulo 7. May

-Y ahora vienen las dos explosiones...
-Si me lo cuentas no tiene gracia. -contesto a Jason, a mi lado.
-Vale, tranquila, lo siento. Y ahora se abre la puerta. -susurra Jason hablando al chico que tiene a su lado que se llamaba... ¿Mario?
<Que me mire, que me mire...>
Juro que esa es la voz de Hugo, la voz de Hugo que resuena en mi cabeza y mientras él mira a Raquel, me giro corriendo hacia Eva.
Pero entonces caigo, ¿qué hago yo escuchando los pensamientos de Hugo?
Miro hacia los lados, perdida e indefensa, con esos sentimientos, y siento un dolor en el corazón, que me hace hundirme todavía más en mi asiento.
<Idiota, ojalá que se vaya de una vez de casa. ¿Se cree este que poniéndome los cuernos se va a salir de rositas?>
Aquella voz nueva resuena en mi cabeza, como si lo dijera en voz alta, y en mi mente se forma la imagen movida de la mujer chillando.
Mi reflejo trata en agarrarme con fuerza a las manos de las butacas, y cómo no, me encuentro con el inesperado brazo de Jason, el friki de las pelis.
-Sí que tienes fuerza, leches. -me dice sonriendo.
En cambio, sin poder evitarlo, oigo lo que él piensa al instante, y cómo actuaría si hubiera sido sincero del todo.
<Joder que daño me ha hecho.>
Me empiezo a reír asustada y divertida a la vez, es algo raro y no sé qué me pasa, si estoy loca o algo, lo que sí que sé es que actúo como una loca de verdad, por lo que Jason y los gemelos me miran con cara rara.
<Fijo que está pedo.> piensa uno de los gemelos, no sé exactamente cual, pero tampoco es que me importe cuál de los dos sea, me importa lo que ha pensado.
<Con esta nos divertimos toda la noche.> piensa el otro gemelo, aunque en mi cabeza y en mis ojos parece como si lo dijera en voz alta.
<¿Qué he dicho? No he sido estúpido, no, no lo he sido, así que Jason, quítate eso de la cabeza. Esta chica no se ríe de ti, no se ríe de ti...>
El primero: descerebrado, el segundo: simpático, y el tercero: inseguro. Así son los chicos de los que me rodeo.
En cambio, todo empeora como si de una ola se tratara, los pensamientos de toda la gente me entran como gritos en la cabeza, por lo cual me tapo los oídos.
El dolor de cabeza se me hace insufrible y también me dan ganas de gritar, pero mirando a la gente veo que nadie grita, que nadie dice nada, por lo que me trago mis gritos.
El gemelo que se ha sentado al lado mío me mira con preocupación.
<¿Le digo algo? Igual se enfada, no sé cómo es, la acabo de conocer. Sí, vamos, díselo, no se lo va a tomar mal.>
-¿Estás bien?
-No, mejor me voy a mojar un poco la cara. -contesto.
Me cuesta decirlo, porque mi mente está estallando y no puede más, está demasiado llena, quizá si salgo de ahí me libre de la presión.
Salgo corriendo mientras atropello a la mayoría de la gente, pues la sala está llena y yo siendo ya torpe en sí, tengo que aguantarme el mareo.
No doy un paso en frente seguido, casi me caigo más de una vez de las escaleras e intentando librarme de todos los pensamientos, sin leer ni uno solo, o simplemente, intentando no hacerle ni pizca de caso.
Veo borroso, oigo borroso, ya no sé a dónde me dirijo, es como si mis sentidos se fueran debilitando, y en seguida deduzco que no es un mareo, más bien un desmayo, y que en cualquier momento puedo ser capaz de desplomarme.
Entonces creo ver el típico cartón que anuncia la siguiente película que va a salir, y decido sentarme ahí hasta que la película termine.
Seguro que parezco una borracha que no puede andar en línea recta sin desplazarse un metro hacia ambos lados.
Me escondo en el cartón y apoyo mi mano en el estúpido cartoncito que se desploma a mi paso, y creo ver una figura caída en el suelo.
No sé cómo hago, ni sé qué me pasa por la cabeza, pues soy incapaz de pensar ante tal mareo y tantos pensamientos.
Lo único que sé es que ahora me dirijo con ella al baño de las chicas, llevándola de la manera en la que me parece, cayéndome un par de veces, y con una jaqueca terrible mientras que me puedo desplomar en el suelo en cualquier momento.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Capítulo 6. Brittany

Estamos en la entrada del cine esperando a los demás, será un cumpleaños inolvidable en el sentido malo. A lo lejos, vienen un grupo de personas, son todos los que me enseñó mi hermana pero hay una nueva.
Amanda sale corriendo a saludarlos, yo en cambio me quedo en el sitio porque no se me da muy bien hacer amigos, en seguida vienen los demás.
-Felicidades Mila.- me felicita Dylan dándome un abrazo.
-Gracias Dylan, ¿quién es aquella pelirroja?- le pregunto señalando a la chavala que está hablando con Alicia.
-Esa es la hermana de Alicia, se llama Tiffany y no tiene muy buena reputación, y por eso hemos tenido que traerla.- me responde Dylan con voz de compasión.
Cuando compramos las entradas, fuimos corriendo a la sala donde estaban reproduciendo la película que había elegido mi hermana, un infierno.
-Vale, ¿cómo nos colocamos?- pregunta el joven de pelo negro que debería ser Tom.
-Brittany, Dylan y Tiffany en la fila once, ¿qué os parece?- dice Amanda.
-No, Brittany, Dylan y yo en la fila once.- suelta Abigail.
-¡Pues ya está! Brittany, Dylan y Abigail en la fila once y Alicia, Tiffany, Tom y yo en la fila diez.- acepta Amanda rápidamente.
Así es como nos hemos organizado, en la fila once Dylan está sentado a mi derecha y Abigail en la izquierda.
Empieza la película cursi y Tom nada más empezar ya se ha quedado dormido, yo sería la siguiente si Abigail no me estuviera preguntando si he visto la peli, si he tenido novio, si me gusta alguien de clase... No se que es peor, menos mal que Dylan ha empezado a hablarme, así no estaré tan dormida al empezar ni al acabar.
-¿Qué tal te fue el primer día en clase?- me susurra el joven.
-Bastante bien, porque a mi no se me da muy bien hacer amigos.- le confieso -Por ahora, tú eres mi mejor amigo y el único que conozco de esta sala, aparte de mi hermana, claro está.
Entonces, las personas de atrás nos mandan a callar amenazándonos con echarnos a la calle, me sonrojo al instante.
-Será mejor que veamos la película porque mi hermana es capaz de hacernos un examen sobre esto.- le termino de decir a Dylan señalando a Amanda.
-¡Jajaja!- se ríe y le riñen otra vez las mismas personas. -¿Tienes tan buen humor y dices que no se te da bien hacer amigos?
Yo me quedo flipada con las cosas que me dice, me río un montón con él, es el único que me comprende muy bien. Es mi único amigo porque los demás son, como decirlo, especiales.
De repente, empiezo a sentir, escuchar, oler, ver... todo lo que hay en la sala, puedo hasta escuchar voces que están en la otra punta del cine, sentir lo que comen, lo que huelen, lo que ven, lo que oyen y lo que tocan. Entonces me viene un olor no muy agradable, alguien de otra sala se ha tirado un cuesco, ¡qué peste! Me empieza a doler la cabeza, un dolor que parece que no se acabará nunca. Me levanto y Dylan me coge de la mano.
-¿Estás bien? Tienes mala cara.- se preocupa Dylan mientras suelta mi mano medio sonrojado.
-Si tranquilo, es que ver estas pelis pastelosas me ponen enferma.- le miento. -solo necesito ir al baño a mojarme la cara, ahora vuelvo.
Me empiezo a ir de la sala sin molestar a la gente que está viendo la película. Mientras subo, me voy encontrando peor pues el dolor aumenta, casi no puedo mantenerme de pie. Hago un pequeño esfuerzo para conseguir salir de la sala y justo me desmayo detrás del cartón que anunciaba lo que se reproducía en aquella sala.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Capítulo 5. May

Me encuentro en el que para mí va a ser el siguiente infierno. Seguramente porque tendré que pasar una tarde entera con Hugo, su cuadrillita y con ellos.
-No es para tanto, nena. Vamos, estarán tus amigos.
-Si, claro, a cinco metros de distancia porque las entradas eran así, ¿verdad? -pregunto medio enfadada.
-Oye, diez entradas arriba cinco abajo, esa era la única manera de que pudiéramos hacerlo, por lo que cállate y déjalo estar.
-¿Y por qué soy yo arriba y Raquel abajo?
-Porque ya sabes que Raquel por la distancia se marea, y tú eres mi único apoyo entonces.
Eva y yo entramos en el cine y nos ponemos en nuestros sitios de arriba, claro que yo apoyo los pies en la butaca y me hundo, esos son nuestros sitios.
Pronto, entra Raquel con Simón y sus amigos pero Mónica sube arriba con nosotras.
-Yo soy al lado de Berto, ¿entendido? -aclara ella.
-Bien. -respondo.
Sigo hundida en mi butaca cuando siento que unos chicos se acercan a nosotras, y el más gordo se sienta al lado de Eva y la rodea por el cuello.
A su lado se sienta Berto junto con Mónica.
-Los demás vienen ahora.
Eva mira desespera a todos los lados cuando se encuentra a Hugo sentándose al lado de Raquel.
-Hugo se marea desde lejos. -dice entonces el gordito. -Mi nombre es Jacobo.
-Yo soy Eva, y esta es mi compi May.
-Oye, May, ¿te importaría moverte dos asientos? Es que tenemos un amigo que importa y además, tenemos a un interesado en la peli nada más, ¿Qué mejor lugar que ese?
-Me muevo encantada. -digo entre risas.
Me muevo dos asientos y Eva intenta replicar con frases del tipo, 'Es que es mi mejor amiga y nos encanta charlar' y cosas parecidas a esa, por las que yo me reía.
Pronto entró un grupo de cinco chicos y ocuparon los cinco asientos restantes, el más interesado llevaba gafas de pasta y no dudó en sentarse al lado mío, junto con otro delgado y no demasiado guapo, llamado Mario, pero bueno, delgado y en forma para Eva.
-¿Cómo te llamas? -pregunto al chico de al lado.
-Jason, ¿y tú?
-May.
-Mi nombre es Pablo. -se presenta el más guapo a la esquina del todo. -Y estos dos gemelos son Toni y Nico.
Todos nos saludamos entre todos, y comenzamos a hablar, los gemelos no paran de discutir entre ellos, mientras que Jason no me para de hablar de la peli, y Pablo no se queda atrás, me caen bien y no paro de sonreír, en cambio, cuando veo a Eva mientras que miro a Jason, ella está hablando con el delgado, y deja a su amigo el gordito solo, pues prefiere mucho antes a Mario antes que a Jacobo.
Mientras, estoy viendo las verdaderas intenciones de Hugo. No es Eva. Es Raquel.
Huelo algo, algo malo que está a punto de llegar, pero la verdad es que ella, tengo un instinto que le dice que no tan solo será la pelea que se montará tan solo porque Eva vea a hablar a Raquel con el chico.
Miro a Simón y él también me mira.
Es él. Lo tengo claro.
Lo que no tengo claro es qué es él y que tiene que ver en ese instinto que en un momento me ha entrado junto con una punzada.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Capítulo 4. Brittany

Estoy en mi habitación escuchando música cuando, de repente entra mi hermana y se queda en la puerta, está tramando algo, o eso pienso yo.
-¿Qué quieres Amanda? se que estás tramando algo y me vas a meter, pero antes de que digas nada te contesto, no, no y no.- le digo mientras me sigue mirando como si lo hubiera adivinado.
-Mañana vamos mis amigas y yo al cine, y quiero que vengas para celebrar tu cumpleaños.- suelta ella de golpe.
-No quiero celebrar mi cumpleaños con gente que no conozco, además, sois muy pijas para mi.- le digo sin preocupación de ofenderle.
-Estás equivocada hermanita- me dice sentándose a mi lado -si que vas a venir porque mamá no te va a dejar sola en casa.
Así llama a nuestra madre, mamá, pero yo prefiero llamarla por su nombre, Charlotte. Para mi decir mamá es muy cursi y por eso no quiero pasarme todo un día con mi hermana y sus amiguitas que ven la vida de color rosa pastel.
-He dicho que no voy a ir y punto, ¿está claro?- le grito a mi hermana.
Seguidamente sube mi madre para, como no, ponerse de parte de mi maldita hermana dándole la razón.
-Mila, no le puedes hablar así a tu hermana, encima que prepara una tarde para celebrar tu cumpleaños número 15, vas a ir si o si y no se hable más.- me obliga mi madre mientras se va por la puerta.
Mi hermana me mira con una sonrisa de oreja a oreja, se ha salido con la suya.
-Iremos a ver una película que se llama "el amor de una adolescente" te va a encantar.- me dice antes de irse por la puerta detrás de mi madre.
'Genial' pienso, íbamos a ver un película pastelosa, o como me gusta decir a mi, una película ñoña con muchas ñoñerías como besos, cumplidos del aspecto... me da un escalofrío nada más pensarlo.
-¡TEN FE!- le grito a mi hermana irónicamente.
Cansada de todo el mundo, apago el mp3 y salgo por la ventana a dar una vuelta, necesito que me dé el aire. Voy a la plaza del pueblo donde hay paz y tranquilidad, me siento en un banco  y me pongo a observar a los grupos que hay, 'me gustaría estar así otra vez, con amigos que me entiendan' pienso anhelando estar con mis mejores amigas, 'ánimo Brittany, tienes que dominar esta situación, se tú misma' me animo.
Al cabo de un rato, me levanto para volver a casa y, sin querer me choco con un chico alto y moreno con ojos azules.
-Hey, que te caes, pareces preocupada- dice el joven. -¿Te encuentras bien? espera, tú eres Brittany ¿verdad? la nueva.
No se que me ha pasado que noto mariposas en el estómago, nunca me he sentido así. Me he enamorado.
-No, estoy bien gracias.- le respondo. -Y si, soy Brittany, la nueva.
-Hola Brittany, me llamo Dylan, me alegro de conocerte. Ah, felicidades.
-Sí, espera, ¿cómo sabes que mañana es mi cumple?- pregunto sorprendida.
-Es que tengo un sexto sentido o algo así. Adiós me tengo que ir.
-Chao.
Al despedirnos, sigo mi camino hacia mi casa. Al llegar, mi hermana me coge del brazo y me mete en casa enseguida, ella quiere decirme los que van a ir mañana.
-Brittany te voy a decir con quienes vamos a celebrar tu cumpleaños y te voy a enseñar la foto de cada uno.
-Vale, pero rapidito.
-Esta es Abigail pero la puedes llamar Abi, esta es Alicia pero la llamamos Ali, este es Tom y este es Dylan.
No me lo puedo creer, el chico de la tarde va a estar en mi cumpleaños, puede que lo supiera por eso.

O tal vez no.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Capítulo 3. May

Llego a casa, como siempre, mi madre tiene preparada la merienda, y cuando nos metemos en nuestras habitaciones, nos la trae.
Es así de simple: mi madre es una cotilla sin remedio, y eso es lo único que a la doña perfeccionista no le cambiado para nada, espera encontrar a sus hijas hablando con sus amigas de cotilleos, de chicos guapos o de cosas parecidas.
La gracia es que con Naty lo consigue, como Gadea, ella es igualita. Madre e hija igual de cotillas o incluso más.
Y es que a mi hermana le encanta contar cosas mías porque yo nunca las cuento, y es obvio que me molesta eso, pero a mi hermana le entra por un oído y le sale por el otro.
La gente dice que tengo la 'mala costumbre' de llamar a mis padres de vez en cuando Gadea y Alex, pero es que no es ni una mala costumbre y es que a ellos tampoco les importa, y mucho menos a la gente de fuera que lo va diciendo por los lados.
Como siempre, entra en mi habitación con una macedonia de frutas, de unas uvas, con mandarina, trocitos de melocotón y un poquito de manzana.
Adoro la fruta, y eso es algo que me diferencia del resto de la gente, que adora la comida basura y no para de comer ese tipo de cosas.
Y como por si arte de magia Eva estuviera viendo que estoy a punto de empezar a comer, me llama al teléfono de casa, que mi madre coge, desgraciadamente.
-¡Hola, nena! -exclama como su saludo de siempre.
-¿Qué te ocurre esta vez? -pregunto metiéndome una uva en la boca.
-¿Pasa algo
-No, pero has estado toda la mañana contando cosas que te pasaron solamente ayer, por lo que, no sé, lo más normal es que me vayas a contar otro, ¿no?
-Sí, sí... ¡Pero es que esto es tan fuerte que no puedo parar!
-Cuenta y deja ya de chillar que lo más probable es que mi madre esté en la puerta. -exclamo sonriendo.
-¡Es que tengo plan para el viernes noche! Y tú entras dentro.
-¿Cómo que yo entro dentro?
-¡Pues eso!
-¿En qué lío me has metido ahora? -pregunto indignada.
-Tranquila, May, tampoco es para tanto. Mira, he organizado una salida, va a ser una noche increíble, ya vas a ver. ¡Y Hugo estará con nosotras! Acabo de convencer a Raquel y tú no me vas a dejar sola, ¿vale?
-Eso ya veremos, guapa. Que entran tu nombre y el de tu príncipe en la misma frase es demasiado peligroso. -bromeo.
-Muy graciosa, nena. -responde con ironía. -Pero no. Solamente nos juntaremos tres cuadrillas para ir al cine, luego a cenar y a jugar a los bolos, ya sabes eso de que hacen descuento si van un grupo grande de quince, y juntándonos llegamos, pero claro, si tú vienes también.
Respiro profundamente y mi hermana entra corriendo en mi habitación.
-¡Tienes que ir! ¡Ojalá a mí me dejaran ir! ¡Te lo vas a pasar súper bien! ¡Los viernes son días de fiesta, hermana! ¡Sal y haz algo por una vez! -exclama Naty toda chula.
-Como no salgas de mi habitación en menos de cinco segundos, le chivo a mamá que trajiste a un chico a casa a las dos de la madrugada la otra vez. Seré tontita, pero no tonta-entera. Que se te quede eso en la cabeza, mona.
Naty me saca la lengua y se va.
-¡Amenazar a mi hermana se está volviendo todo un hobby! -exclamo cuando vuelvo a la conversación y Eva se ríe.
-Venga, va... que tu hermana tiene razón. Estaremos toda la cuadrilla de Hugo, son siete en total, luego tú, Raquel y yo, en total diez, también se ha apuntado Simón, con él once, y él a animado a Mónica, Santiago, Deborah y el hermano mayor de esta, Nacho.
Hago un silencio cortito.
-Acepto, vale.
-¡Bien, guapa! ¡Besos!
Cuando cuelgo, caigo.
¿Me va a dejar acaso mi madre irme al cine, a cenar y a jugar a los bolos el mismísimo día de mi cumpleaños?

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Capítulo 2. Brittany

Me llamo Brittany Johnson, y si, soy una adolescente que tiene padres divorciados y una hermana llamada Amanda. No somos las típicas hermanas que se llevaban bien, es más, somos todo lo contrario. Mi hermana y yo vivimos con nuestra madre, mientras que a nuestro padre no le conocemos porque se habían divorciado cuando yo era nada más que una cría, cuando mi hermana gemela Amanda y yo apenas teníamos un año. Antes vivíamos en Londres, y después vivimos un par de años en Seattle, una ciudad donde no se sabe donde se perdió el sol y cuando lo ocultaron las nubes de la lluvia.
Es 1 de octubre, estoy en el comedor cuando escucho aquella noticia, metida en mis pensamientos, centrada en que empiezo un nuevo curso para mi en otro instituto, una tortura.
-¡Amanda, Brittany es hora de ir a clase!- grita mi madre por las escaleras.
No somos una familia normal, mi hermana y yo vamos a clase de artes marciales a la que nos había apuntado mi madre porque decía que con lo que está pasando, que teníamos que estar preparadas, yo no la entiendo.
Vamos a clase cuando pasamos al lado de un bosque, y me siento como si el bosque me estuviera llamando.
Al llegar a la entrada de la clase con mi hermana, inspiro hondo y le digo:
-Amanda, ha llegado la hora.
Seguidamente entramos a clase y hay una "joven" profesora esperándonos para hacer las presentaciones.
-Clase, estas son Amanda y Brittany- presenta señalándonos a nosotras. -Espero que las tratéis bien,- se gira hacia nosotras y continúa. -aquellos dos pupitres de atrás son los vuestros, debajo de la mesa tenéis vuestros horarios, bienvenidas.
Atravesamos el pasillo, noto todas las miradas en mi y escucho algunos cuchicheos, pienso "si, bienvenidas" burlándome de lo que ha dicho la profesora y riéndome por dentro.
Al terminar las clases, Amanda y yo vamos a nuestras clases de defensa, por no decir "artes marciales". Amanda y yo somos cinturón negro.
Ese día tenemos competición, quien ganara, se lleva un cheque de trescientos euros, me dispongo a ganar sea como sea. En los combates, mi hermana, al igual que yo, gana todas casi sin hacer ningún esfuerzo. Por fin nos toca luchar juntas, ma da igual quien gane, ya que el dinero será para las dos.
Entonces, no se que me pasa, pero de repente me viene la imagen de la chica que han comentado en la radio, y en consecuencia, me cabreo y, finalmente tiro a mi hermana al suelo. No sé que me está pasando.
Al terminar el campeonato, mi hermana me alaga:
-¡Qué bien, has ganado!- no le contesto -Deberás estar orgullosa, ¿no es así?
Como veis, mi hermana es muy positiva, siempre le ve el lado bueno a todo, yo todo lo contrario, no puedo estar con la gente que veía el mundo de color de rosa, yo soy más bien de las que se lo toman todo como un desafío, ¿raro, verdad?
Una vez en casa, me meto directa en mi cuarto, no quiero que mi madre me empiece a hacer preguntas sobre mi primer día. Pongo la radio, anuncian la noticia por todas partes, sea quien sea María es una superviviente, tiene suerte de que hubiera aparecido aquel perro.
Pero, ¿quién es el asesino?
Ya era por la mañana, me había quedado dormida mientras escuchaba aquella noticia, me sentía extraña, no había dormido bien. Me puse la ropa para ir a clase y bajé a desayunar a la cocina.
-Buenos días.- me dijo mi madre, y seguidamente me mira con una cara preocupada. -Que mal aspecto tienes hija, ¿Te encuentras bien?
-Si, solo me duele un poco la cabeza.
-¿Has dormido con la radio?- me preguntó como si hubiera pasado toda la noche observándome.
-Creo que si, estaba escuchando la noticia de esta tal, como era... María.
Mi madre seguía preocupada, en mi opinión, no me había contado todo sobre nuestra infancia, mi infancia. Asi que le pregunté:
-Mamá, ¿qué pasó con nuestro padre?
Antes de que pudiera contestar, bajó Amanda por las escaleras y gritó a los cuatro vientos:
-¡BUENOS DÍAAAAAAAAS!
La miré de reojo y le dije que se callara, que nos dejara hablar.
-Mamá, ¿nos ocultas algo?- le pregunté intentando conseguir que lo dijera.
No contestó, entonces cogí mi mochila y salí por la puerta hacia el insti y Amanda salió detrás mío sin hacer preguntas.

Allí se quedó mi madre en la cocina sin haberme contestado a mi pregunta. Apostaría lo que fuera que nos ocultaba algo, pero, ¿el qué?

martes, 12 de noviembre de 2013

Capítulo 1. May

No es la primera vez que escucho aquella noticia. Es aterradora. ¿Cómo una chica que ha resistido a tal pelea puede aparecer muerta después de dos meses de desaparecida?
Aunque también se esperaba.
Mi nombre siempre ha sido el mío, tan solo elegido por mí. A mi madre siempre le ha parecido una historia divertida y a mí de niña me encantaba, pero con el tiempo me he ido haciendo mayor, y ya casi tengo quince, y la historia va perdiendo su encanto.
Aun así, lo contaré.
Resulta que cuando mi madre estaba embarazada de mí, mis padres comenzaron a pensar en mi nombre después de saber que iba a ser una niña, y tan solo en uno de esos le di una patada a mí madre, ¿estúpido, verdad?
Y así me quedé, como Marina Cortés, May para todo el mundo, ya parece que hasta mi nombre nadie lo recuerda cuando se trata de mí.
Nunca he sido una chica de demasiados amigos, rara, así me llamaban de niña, aunque ahora simplemente me ignoran, algo que yo agradezco.
Mis mejores amigas son Eva y Raquel, y tampoco me llevo nada mal con un chico llamado Simón, es el único de mis amigos que viene a mi clase, y siempre me lo paso muy bien con él, es como yo, raro por así decirlo, y nos vamos reflejados, por así decirlo, el uno en el otro.
Mi infancia siempre fue sencilla, no me pasó nada malo, como mucho alguna enfermedad mala por la que me tuvieron que operar, pero por lo demás siempre he sido una niña feliz y sin preocupaciones, y entonces sí que tenía muchos amigos, pero todos, del barrio.
Tengo una hermanita pequeña con la que nunca me he llevado demasiado bien, (por no decir mal), llamada Natalia, aunque todos la llamamos Naty.
Nunca he comprendido por qué mis padres nos han puesto aquellos nombres y luego, todo el mundo nos llama con unos apodos, aunque tampoco es que me desagrade.
-¡Hola, Nena! -me saluda alegremente Eva.
Ella era sin duda alguna la chica más guapa del curso, y siempre me cuestiono por qué rechaza todas las invitaciones de las pijas, aunque nunca me disgusta que hiciera eso. Siempre ha sido una gran amiga. Eso sí, si odio algo de ella, es la manera en la que me llama.
-¡Hola! -le contesto.
-¿No te apetece entrar adentro con el frío que hace?
-Ya sabes que me gusta el frio.
-¡Tú misma!
Eva se va corriendo hacia la puerta, pero yo sé que no es porque no le guste el frío, si algo en común tenemos la rara y la guapa es lo que nos gusta el frío. En realidad, su razón para irse adentro tiene un nombre, y aquel es, como no: Hugo.
El más guapo con la más guapa harían muy buena pareja, o eso dice toda la gente, pero para mí Hugo no merece a Eva, es demasiado... ¿cómo diría? ¿Idiota?
Desde luego que esa es la palabra adecuada.
-La princesita ya se ha ido detrás de su príncipe, al parecer. -comenta Raquel a mis espaldas.
-Ya ves. -contesto yo.
-¿Has oído lo que han dicho hoy en la radio? -me pregunta seguidamente.
-No, Naty estaba empeñada en practicar su baile, si a eso se le podía llamar baile, claro.
A Raquel se le escapa una risita.
-¿Qué han dicho, pues?
-Han hablado sobre María. Su caso es demasiado extraño, y dicen que después de meses buscando lo piensan dejar, ¿no te parece una vergüenza?
-Vergonzoso sí que es, ¡pero para los polis! ¿Cuántos años llevan ya diciendo que son los mejores del país y que no se les escapa ninguna? ¿Doce? ¡Y mira ahora! ¡Se han quedado mudos!
-Cierto.
-Aun así la muchacha me da mucha pena.
-También. ¿Sabes que te digo?
-Dime.
-¡Que si no nos damos prisa habrá en seguida otro secuestro! ¡El que Eva va a hacer a Hugo!
Y sí. En esos tiempos la gente se pregunta cómo nosotras podemos bromear con cosas tan serias, pero, en nuestras mentes, es o eso, o amargarse y dejar de vivir, y preferimos mucho más al opción que hemos escogido, aunque nuestros corazones tiemblen cada vez que vamos solas por la calle de noche.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Prólogo

Dos cuerpos bajo una luz de farola, una masculina y una femenina, un hombre y una mujer. El hombre forcejeaba la mujer, probablemente para asesinarla, ¡y quién sabe! seguramente porque le había puesto los cuernos o algo parecido. 
No era algo demasiado reciente en aquel pueblo que normalmente, solía pasar por largo por su tranquilidad, en cambio, la semana pasada, habían muerto dos mujeres a manos de sus maridos. La primera porque le había puesto los cuernos, y la segunda, porque se pensaba divorciar de su marido y quedarse con los hijos. 
Aquella escena, en cambio, era distinta a las otras dos: ocurría en la calle, no en una casa. 
Y claro, cuando trata de la calle, siempre hay alguien observando o alguien que se da cuenta sobre lo que pasa, y en caso de valentía, acuden a su ayuda. 
Ese fue el único error que aquella noche, la joven María Jiménez había cometido: armarse de valor y acudir en la ayuda de aquella mujer ensangrentada. 
Pero su acto de valentía fue demasiado tarde, aquella mujer yacía en el suelo, muerta, con los ojos de blanco, y el pánico se apoderó de ella. 
El asesino, en cambio, reaccionó con rapidez: tenía que eliminar a la mayor prueba de su crimen. 
María retrocedió un par de pasos, no sabía lo que hacer, ya estaba metida en la pelea, metida e indefensa ante aquel cruel hombre sin piedad con una cuchilla afilada en sus manos, cubierta con la sangre de la pobre mujer. 
Toda la vida pasó por delante de sus ojos, y por primera vez en su vida, probó lo que aquella frase decía. 
El hombre corrió rápidamente y aquella escena se convirtió en un doloroso cuerpo a cuerpo al que el hombre intentaba sin escrúpulos clavar la navaja, mientras que María, con todas sus fuerzas, procuraba evitar los navajazos y chillaba ante el dolor de que el cuchillo le traspasara la mano. 
En aquel momento en el que descuidadamente se quedó totalmente indefensa, el hombre, en un acto rápido, intentó asesinarla por fin. 
Todo pasó lento. Y como si de un ángel se tratara, un perro enorme y fuerte, con unas mandíbulas poderosas atacó al hombre, matándolo en pocos segundos. 
María respiraba lentamente y lo más silenciosamente que podía, con la esperanza de que el perro pensara que estaba muerta, pero no lo hizo, y para su asombro, ladró para María y se fue. 
Pronto, un vecino asustado por tanto chillido bajó para la ayuda de la muchacha, avisó a la policía y le dijo todo lo que había pasado. 
María, seguía paralizada mientras que los médicos le curaban las heridas, ella misma había echo el acto más valiente pero estúpido de su vida, el que, sin querer, le había fastidiado su vida para el futuro.