viernes, 23 de mayo de 2014

Capítulo 13. May

Le doy las gracias y me pongo como antes, la rodilla medio pelada me duele. Siempre he sido May la rara patosa, pero poco a poco he aprendido a llevarlo.
Hablo sin parar sobre cualquier estupidez mientras que Brittany se limita a asentir y a añadir frases extra cortas.
No sé si soy melodramática, supongo que sí, pero no entiendo porque ella no me dice nada, y eso me preocupa, ¿me ve ella también como un bicho raro?
Por un momento, pienso que como siempre me estoy yendo por donde no debo, la verdad es que mi sonrisa muchas veces tapa lo que de verdad pienso.
Intento leerle la mente, y en el momento más necesitado, no lo consigo, ni siquiera sus sentimientos, es como si estuviera en blanco.
¡Maldita sea!
-¿Y qué tal por aquí? -pregunto para que ella también hable un poco.
No contesta. Le paso la mano por delante rápidamente. Sigue sin contestar.
-Un tío acaba de tocarte el culo. -digo bien alto.
Nada. Esta chica es increíble.
-Tierra llamando a Brittany. ¡Yo soy tu padre! -exclamo imitando la voz de Darth Vader.
Mira para delante, perdida en el horizonte. Bueno, eso último si nos encontráramos en una película de vaqueros que tanto le gustan a mi padre. Pero no es así.
Me acerco a su oreja y le echo aire.
Brittany se sobresalta y empieza a decir barbaridades rápida y altamente. Está algo histérica y la gente se nos queda mirando.
-¿Tengo monos en la cara? -pregunta enfadada.
-No, pero tampoco te darías cuenta si los tuvieras. -contesto yo. -Y si no te has dado cuenta, estamos ya en el Esquina. -añado cuando veo el cartel que sobresale de la pared.
-¡Ah! -exclama ella, y como si nada, entramos en el café-bar.
-¿Qué queréis tomar, chicas? -pregunta la camarera de siempre con su pelo recogido en moño y vestida de negro.
-Yo una Coca-Cola. -contesto, y mirando a Brittany digo. -¿Y tú?
Se queda pensativa, (una vez más).
-Otra misma.
La chica se nos despide con una sonrisa y ambas esperamos a que nos traiga la Coca-Cola para comenzar a hablar, puesto que sinceramente, esperamos que de lo que vayamos a hablar sea en privado.
Eso en un bar que está lleno de gente y cuando Brittany no para de mirar a... ¿Un chico? ¡Joder con la callada que parecía tener unos sentimientos hacia el tal Dylan.
-Está bien, pero tiene pinta de capullo.
-¿Qué has dicho?
-El chico al que miras, que es guapo, pero que tiene cara de capullo que juega con los sentimientos.
-¡No me gusta!
-Pues cualquiera diría que sí.
-¿Te estás llamando cualquiera a ti misma?
-Siempre he sido del montón.
En ese momento vuelve la guapa camarera rubia de antes y nos deja las bebidas. Doy una última mirada al capullo, casi al mismo tiempo que Brittany, y me mira fijamente a los ojos.
-¿Qué era eso que Simón te había contado ayer?
-Como ya te habrás dado cuenta, a las dos nos pasan cosas raras, y Simón dice que sabe lo que nos pasa, así que quería advertirte que nos vendrá bien su ayuda.
-¿En serio que pretendes que me lo trague?
-¡Es la verdad!
Brittany suspira, pensará que estoy loca, que tengo que estar en un manicomio, y si fuera por el resto del mundo, lo estaría metida hace mucho tiempo.
-Bueno, ¿sabes? Si quieres no te lo creas, no serías la primera que piensa que estoy loca de remate. -exclamo y me bebo toda la Coca-Cola de prisa sin importarme lo fría que está.
-Chica, es que se te ve venir de lejos, es como si tuvieras un cartel en medio de la frente. Ten cuidado que está muy fría.
"No eres mi madre" pienso, pero no lo digo, ya que mi boca sigue ocupada en tragar mientras que mi otra mano se mete en el bolsillo izquierdo y saco tres euros en monedas de tres.
Apoyo con fuerza la Cola-Cola en la mesa y me dirijo con rapidez a la barra. Rápida porque me mareo, y el mareo no es por los pensamientos, sino por la congelación cerebral.
Me choco contra alguien y ni le pido perdón ni nada, pero cuando me giro, me doy cuenta de que el chico contra el que me he chocado antes me mira mal, y dos, que es el chico al que antes Brittany estaba mirando.
Me salgo corriendo y me siento en el suelo de la acera para volver a tener la cabeza en su sitio.
Cuando ya me encuentro bien me levanto y me dirijo a mi casa. No creo que vaya a estar mejor pero sí que podré encerrarme en mi habitación, total, ni mi madre ni mi hermana se van a dar cuenta.
-Oye... ¡May!
-¿Qué? ¿Vuelves para reírte de la rara?
-Pues no, pero espérame.
Me paro un momento, no sé ni por qué, mis piernas lo hacen, mientras que mi cabeza ordena a que siga.
-Gracias.
-¿Por qué?
-Uno, por pagar, y dos, por abrirme los ojos. Haber, que por mi cabeza han pasado cosas mucho más raras.
-¿Me crees o te mofas?
-Te creo. Pero deberías de hablar más con Simón, ¿vale?
Me muerdo el labio inferior y pienso en Simón, tan solo es una excusa.
-Vale, mañana lo hago, ¿te parece si volvemos a quedar la semana que viene y te cuento todo lo que él me ha dicho?
-¿En el bosque?
-Vale.
Mi corazón se encoge e intenta pensar en todas las excusas o cualquier tipo de cosas para librarse del peso, pero para eso tendrá que mentir a Simón, y al chico no hay quien le mienta, además de que a mí tampoco me gusta hacerlo.
-Bueno, adiós, hasta la semana que viene.
-Y nos veamos en clase también.
Me doy la vuelta y tras un saludo con la mano, observo cómo el chico guapo roba-vidas la sigue.
<Cuidado con el de detrás. Te sigue> pienso a la par que intento decírselo a ella.
Brittany se gira brúscamente. Me mira y luego mira al chico. Sonrío y salgo corriendo, no quiero ni saber lo que ninguno de esos dos piensa.

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