martes, 12 de noviembre de 2013

Capítulo 1. May

No es la primera vez que escucho aquella noticia. Es aterradora. ¿Cómo una chica que ha resistido a tal pelea puede aparecer muerta después de dos meses de desaparecida?
Aunque también se esperaba.
Mi nombre siempre ha sido el mío, tan solo elegido por mí. A mi madre siempre le ha parecido una historia divertida y a mí de niña me encantaba, pero con el tiempo me he ido haciendo mayor, y ya casi tengo quince, y la historia va perdiendo su encanto.
Aun así, lo contaré.
Resulta que cuando mi madre estaba embarazada de mí, mis padres comenzaron a pensar en mi nombre después de saber que iba a ser una niña, y tan solo en uno de esos le di una patada a mí madre, ¿estúpido, verdad?
Y así me quedé, como Marina Cortés, May para todo el mundo, ya parece que hasta mi nombre nadie lo recuerda cuando se trata de mí.
Nunca he sido una chica de demasiados amigos, rara, así me llamaban de niña, aunque ahora simplemente me ignoran, algo que yo agradezco.
Mis mejores amigas son Eva y Raquel, y tampoco me llevo nada mal con un chico llamado Simón, es el único de mis amigos que viene a mi clase, y siempre me lo paso muy bien con él, es como yo, raro por así decirlo, y nos vamos reflejados, por así decirlo, el uno en el otro.
Mi infancia siempre fue sencilla, no me pasó nada malo, como mucho alguna enfermedad mala por la que me tuvieron que operar, pero por lo demás siempre he sido una niña feliz y sin preocupaciones, y entonces sí que tenía muchos amigos, pero todos, del barrio.
Tengo una hermanita pequeña con la que nunca me he llevado demasiado bien, (por no decir mal), llamada Natalia, aunque todos la llamamos Naty.
Nunca he comprendido por qué mis padres nos han puesto aquellos nombres y luego, todo el mundo nos llama con unos apodos, aunque tampoco es que me desagrade.
-¡Hola, Nena! -me saluda alegremente Eva.
Ella era sin duda alguna la chica más guapa del curso, y siempre me cuestiono por qué rechaza todas las invitaciones de las pijas, aunque nunca me disgusta que hiciera eso. Siempre ha sido una gran amiga. Eso sí, si odio algo de ella, es la manera en la que me llama.
-¡Hola! -le contesto.
-¿No te apetece entrar adentro con el frío que hace?
-Ya sabes que me gusta el frio.
-¡Tú misma!
Eva se va corriendo hacia la puerta, pero yo sé que no es porque no le guste el frío, si algo en común tenemos la rara y la guapa es lo que nos gusta el frío. En realidad, su razón para irse adentro tiene un nombre, y aquel es, como no: Hugo.
El más guapo con la más guapa harían muy buena pareja, o eso dice toda la gente, pero para mí Hugo no merece a Eva, es demasiado... ¿cómo diría? ¿Idiota?
Desde luego que esa es la palabra adecuada.
-La princesita ya se ha ido detrás de su príncipe, al parecer. -comenta Raquel a mis espaldas.
-Ya ves. -contesto yo.
-¿Has oído lo que han dicho hoy en la radio? -me pregunta seguidamente.
-No, Naty estaba empeñada en practicar su baile, si a eso se le podía llamar baile, claro.
A Raquel se le escapa una risita.
-¿Qué han dicho, pues?
-Han hablado sobre María. Su caso es demasiado extraño, y dicen que después de meses buscando lo piensan dejar, ¿no te parece una vergüenza?
-Vergonzoso sí que es, ¡pero para los polis! ¿Cuántos años llevan ya diciendo que son los mejores del país y que no se les escapa ninguna? ¿Doce? ¡Y mira ahora! ¡Se han quedado mudos!
-Cierto.
-Aun así la muchacha me da mucha pena.
-También. ¿Sabes que te digo?
-Dime.
-¡Que si no nos damos prisa habrá en seguida otro secuestro! ¡El que Eva va a hacer a Hugo!
Y sí. En esos tiempos la gente se pregunta cómo nosotras podemos bromear con cosas tan serias, pero, en nuestras mentes, es o eso, o amargarse y dejar de vivir, y preferimos mucho más al opción que hemos escogido, aunque nuestros corazones tiemblen cada vez que vamos solas por la calle de noche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario