martes, 26 de noviembre de 2013

Capítulo 7. May

-Y ahora vienen las dos explosiones...
-Si me lo cuentas no tiene gracia. -contesto a Jason, a mi lado.
-Vale, tranquila, lo siento. Y ahora se abre la puerta. -susurra Jason hablando al chico que tiene a su lado que se llamaba... ¿Mario?
<Que me mire, que me mire...>
Juro que esa es la voz de Hugo, la voz de Hugo que resuena en mi cabeza y mientras él mira a Raquel, me giro corriendo hacia Eva.
Pero entonces caigo, ¿qué hago yo escuchando los pensamientos de Hugo?
Miro hacia los lados, perdida e indefensa, con esos sentimientos, y siento un dolor en el corazón, que me hace hundirme todavía más en mi asiento.
<Idiota, ojalá que se vaya de una vez de casa. ¿Se cree este que poniéndome los cuernos se va a salir de rositas?>
Aquella voz nueva resuena en mi cabeza, como si lo dijera en voz alta, y en mi mente se forma la imagen movida de la mujer chillando.
Mi reflejo trata en agarrarme con fuerza a las manos de las butacas, y cómo no, me encuentro con el inesperado brazo de Jason, el friki de las pelis.
-Sí que tienes fuerza, leches. -me dice sonriendo.
En cambio, sin poder evitarlo, oigo lo que él piensa al instante, y cómo actuaría si hubiera sido sincero del todo.
<Joder que daño me ha hecho.>
Me empiezo a reír asustada y divertida a la vez, es algo raro y no sé qué me pasa, si estoy loca o algo, lo que sí que sé es que actúo como una loca de verdad, por lo que Jason y los gemelos me miran con cara rara.
<Fijo que está pedo.> piensa uno de los gemelos, no sé exactamente cual, pero tampoco es que me importe cuál de los dos sea, me importa lo que ha pensado.
<Con esta nos divertimos toda la noche.> piensa el otro gemelo, aunque en mi cabeza y en mis ojos parece como si lo dijera en voz alta.
<¿Qué he dicho? No he sido estúpido, no, no lo he sido, así que Jason, quítate eso de la cabeza. Esta chica no se ríe de ti, no se ríe de ti...>
El primero: descerebrado, el segundo: simpático, y el tercero: inseguro. Así son los chicos de los que me rodeo.
En cambio, todo empeora como si de una ola se tratara, los pensamientos de toda la gente me entran como gritos en la cabeza, por lo cual me tapo los oídos.
El dolor de cabeza se me hace insufrible y también me dan ganas de gritar, pero mirando a la gente veo que nadie grita, que nadie dice nada, por lo que me trago mis gritos.
El gemelo que se ha sentado al lado mío me mira con preocupación.
<¿Le digo algo? Igual se enfada, no sé cómo es, la acabo de conocer. Sí, vamos, díselo, no se lo va a tomar mal.>
-¿Estás bien?
-No, mejor me voy a mojar un poco la cara. -contesto.
Me cuesta decirlo, porque mi mente está estallando y no puede más, está demasiado llena, quizá si salgo de ahí me libre de la presión.
Salgo corriendo mientras atropello a la mayoría de la gente, pues la sala está llena y yo siendo ya torpe en sí, tengo que aguantarme el mareo.
No doy un paso en frente seguido, casi me caigo más de una vez de las escaleras e intentando librarme de todos los pensamientos, sin leer ni uno solo, o simplemente, intentando no hacerle ni pizca de caso.
Veo borroso, oigo borroso, ya no sé a dónde me dirijo, es como si mis sentidos se fueran debilitando, y en seguida deduzco que no es un mareo, más bien un desmayo, y que en cualquier momento puedo ser capaz de desplomarme.
Entonces creo ver el típico cartón que anuncia la siguiente película que va a salir, y decido sentarme ahí hasta que la película termine.
Seguro que parezco una borracha que no puede andar en línea recta sin desplazarse un metro hacia ambos lados.
Me escondo en el cartón y apoyo mi mano en el estúpido cartoncito que se desploma a mi paso, y creo ver una figura caída en el suelo.
No sé cómo hago, ni sé qué me pasa por la cabeza, pues soy incapaz de pensar ante tal mareo y tantos pensamientos.
Lo único que sé es que ahora me dirijo con ella al baño de las chicas, llevándola de la manera en la que me parece, cayéndome un par de veces, y con una jaqueca terrible mientras que me puedo desplomar en el suelo en cualquier momento.

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