viernes, 15 de noviembre de 2013

Capítulo 3. May

Llego a casa, como siempre, mi madre tiene preparada la merienda, y cuando nos metemos en nuestras habitaciones, nos la trae.
Es así de simple: mi madre es una cotilla sin remedio, y eso es lo único que a la doña perfeccionista no le cambiado para nada, espera encontrar a sus hijas hablando con sus amigas de cotilleos, de chicos guapos o de cosas parecidas.
La gracia es que con Naty lo consigue, como Gadea, ella es igualita. Madre e hija igual de cotillas o incluso más.
Y es que a mi hermana le encanta contar cosas mías porque yo nunca las cuento, y es obvio que me molesta eso, pero a mi hermana le entra por un oído y le sale por el otro.
La gente dice que tengo la 'mala costumbre' de llamar a mis padres de vez en cuando Gadea y Alex, pero es que no es ni una mala costumbre y es que a ellos tampoco les importa, y mucho menos a la gente de fuera que lo va diciendo por los lados.
Como siempre, entra en mi habitación con una macedonia de frutas, de unas uvas, con mandarina, trocitos de melocotón y un poquito de manzana.
Adoro la fruta, y eso es algo que me diferencia del resto de la gente, que adora la comida basura y no para de comer ese tipo de cosas.
Y como por si arte de magia Eva estuviera viendo que estoy a punto de empezar a comer, me llama al teléfono de casa, que mi madre coge, desgraciadamente.
-¡Hola, nena! -exclama como su saludo de siempre.
-¿Qué te ocurre esta vez? -pregunto metiéndome una uva en la boca.
-¿Pasa algo
-No, pero has estado toda la mañana contando cosas que te pasaron solamente ayer, por lo que, no sé, lo más normal es que me vayas a contar otro, ¿no?
-Sí, sí... ¡Pero es que esto es tan fuerte que no puedo parar!
-Cuenta y deja ya de chillar que lo más probable es que mi madre esté en la puerta. -exclamo sonriendo.
-¡Es que tengo plan para el viernes noche! Y tú entras dentro.
-¿Cómo que yo entro dentro?
-¡Pues eso!
-¿En qué lío me has metido ahora? -pregunto indignada.
-Tranquila, May, tampoco es para tanto. Mira, he organizado una salida, va a ser una noche increíble, ya vas a ver. ¡Y Hugo estará con nosotras! Acabo de convencer a Raquel y tú no me vas a dejar sola, ¿vale?
-Eso ya veremos, guapa. Que entran tu nombre y el de tu príncipe en la misma frase es demasiado peligroso. -bromeo.
-Muy graciosa, nena. -responde con ironía. -Pero no. Solamente nos juntaremos tres cuadrillas para ir al cine, luego a cenar y a jugar a los bolos, ya sabes eso de que hacen descuento si van un grupo grande de quince, y juntándonos llegamos, pero claro, si tú vienes también.
Respiro profundamente y mi hermana entra corriendo en mi habitación.
-¡Tienes que ir! ¡Ojalá a mí me dejaran ir! ¡Te lo vas a pasar súper bien! ¡Los viernes son días de fiesta, hermana! ¡Sal y haz algo por una vez! -exclama Naty toda chula.
-Como no salgas de mi habitación en menos de cinco segundos, le chivo a mamá que trajiste a un chico a casa a las dos de la madrugada la otra vez. Seré tontita, pero no tonta-entera. Que se te quede eso en la cabeza, mona.
Naty me saca la lengua y se va.
-¡Amenazar a mi hermana se está volviendo todo un hobby! -exclamo cuando vuelvo a la conversación y Eva se ríe.
-Venga, va... que tu hermana tiene razón. Estaremos toda la cuadrilla de Hugo, son siete en total, luego tú, Raquel y yo, en total diez, también se ha apuntado Simón, con él once, y él a animado a Mónica, Santiago, Deborah y el hermano mayor de esta, Nacho.
Hago un silencio cortito.
-Acepto, vale.
-¡Bien, guapa! ¡Besos!
Cuando cuelgo, caigo.
¿Me va a dejar acaso mi madre irme al cine, a cenar y a jugar a los bolos el mismísimo día de mi cumpleaños?

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